sábado, 3 de mayo de 2008

SEIS AÑOS DE LOCURA

Nuevamente, el aprecio y la benevolencia del director de este centro, Francisco José López Quintana, me permiten venir al IES Gaviota para charlar un rato.

Confieso que, en este caso, he sido como los estudiantes malos que, creyendo que sabe algo ante un examen, lo confía todo al último momento y que, encomendado a San Marcos, San Nicolás de Tolentino, la Virgen del Mar, la Virgen del Carmen, San Isidro, San Antonio, Santa Lucía, la Virgen de la Vega, de Fátima y la de las Angustias de La Alquería, entre todos me sacarían de este apuro de aparentar que sé algo de Cádiz y de la Constitución de 1812.

Como aún rezando, por si surge el milagro, he tenido que leer en estos días algo sobre mi tierra y lo que ocurrió en aquellos años, traigo aquí unas cuartillas para improvisar lo menos posible.

Fuentes esenciales para ese divertimento, porque entrar en conocer nuestra historia, en sus documentos originales, es creerse Argüelles o el obispo de Orense, o verse entre el populacho gritando aquello de ¡Viva la Pepa¡,

Con eso, me propuse repasar los diarios auténticos de sesiones de las Cortes de Cádiz reunidas en la Isla de León, el tratado de paz entre las naciones europeas, los reales decretos de Fernando VII y los de Napoleón Bonaparte; además de disfrutar nuevamente con los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, en concreto del titulado 'Cádiz', los capítulos de la Historia de España, de Marcelino Menéndez Pelayo, las referencias exactas de Manuel Lafuente en su Historia General de 1869, y las reivindicaciones de San Fernando, La Isla de León, para no quedarse sin protagonismo en el 2012.

· Con todo ese lío de datos, fechas y nombres en la cabeza intenté forjar lo básico para quince minutos de charla. Pura metodología. La metodología del desesperado.

Por si eso fuera poco, enlacé esa lectura con su repercusión en el proceso de independencia de las Américas (país por país desde 1809 a 1898) y con las coplillas gaditanas que se cantaban en esa Tacita de Plata, en los meses en que los franceses, que tenían su Prefectura en Jerez, probaban su artillería desde los navíos fondeados en la Bahía, con los famosos cañones Villantroys, todo un prodigio de la artillería de aquellos tiempos.

Aquella perfección de armamento lanzada con toda la furia del enemigo, llegaba a las calles y plazas de Cádiz sin fuerza. Tan poca que la chavalería jugaba con los morteros sin explotar y les extraían el plomo de su metralla, de manera que aplastados servían para confeccionar rizos o los moños de las damas.

Eso dio pie a que en Cádiz se cantara aquello de...

Son de piedra y no se notan

Las murallitas de Cai

Son de piedra y no se notan,

Para que allí los franceses

se rompan la cabezota.

Con las bombas que tiran

los fanfarrones

se hacen las gaditanas

tirabuzones.

Que las hembras cabales

que da esta tierra

cuando nacen ya vienen

pidiendo Guerra, guerra...!

Vayamos a situarnos para un análisis estratégico, geográfico, demográfico, político.

Si el 2 de mayo de 1808 marcó para casi todos el comienzo del final de seis años de dominio francés, es más cierto que ni antes ni durante, ni después de esa histórica fecha, cambió algo en España. Con Borbones estuvieron, a Borbones echaron, por Borbones lucharon, con Borbones volvieron y con Borbones seguimos doscientos años después.

Los Borbón (decir Borbones es una incorrección), una familia francesa afincada en el siglo XVII en España, rigen con mayor o menor atino, desde entonces, el destino de los españoles.

Posiblemente aquí se hable de los antecedentes, de cómo se entrega el poder al impulsivo Napoleón Bonaparte, quien caritativamente se dirige a los españoles para anunciarles que están en buenas manos, con el nombramiento de su hermano José, como rey de España y sus Indias.

El tránsito de las tropas francesas desde los Pirineos a Portugal para luchar contra la coalición entre los lusos e Inglaterra, la excusa para una invasión, se convertiría en la práctica en la dominación del territorio español.

No fue el 2 de mayo la que con el pueblo alzado en armas (palos contra bayonetas) la fecha en que se liberó a España. Como referencia patriotera está bien, casi emociona. Pero la realidad, al menos así lo veo, es que fue un inglés, Arthur Wellesley, el Duque de Wellington, quien encontró la horma del zapato de las tropas francesas, en la Batalla de Arapiles.

A Inglaterra, siempre tan caritativa (igual que le ocurre ahora a los Estados Unidos), la que sólo unos años antes tuvimos enfrente con la toma de Gibraltar y luego con la Batalla de Trafalgar, acudió a ayudar a una debilitada España, para ir ganando poder en el Mediterráneo y en las Américas.

Pero la llamada Guerra de la Independencia fue ganada durante casi tres años por los franceses, que lograron dispersar a los ejércitos españoles y romper su estructura, de manera que en muchos lugares no eran soldados, sino el pueblo llano, el que se enfrentaba a un ejército organizado.

Fue de esa dispersión de los soldados, de donde surgieron grupos aislados, perdidos en las sierras, que inventaron lo que ahora se conoce como guerrilleros y que al terminar la guerra se convirtieron en buen número en contrabandistas y bandoleros.

El avance de las tropas francesas por toda Andalucía provocó que el Regimiento de Extremadura se refugiara en Cádiz.

El 4 de febrero de 1810, entraba en La Isla de León el Duque de Alburquerque.

Junto a ellos y cada cual como pudo, se fue multiplicando la población en la Tacita de Plata y en la Isla de León.

Pero el malvado (para los patriotas), José Bonaparte o Pepe Botella, por su afición al vino de Jerez, no sólo trajo a España destrucción y muerte, no.

Con los franceses surgieron los afrancesados, españoles que unos por admirar el mayor nivel cultural de los galos y otros porque, como pasa siempre, se apuntan al caballo ganador, colaboraron en la implantación de las Prefecturas, subprefecturas y delegaciones, recibiendo cargos públicos.

A los franceses les interesaba que en cada pueblo mandase un español, pero bajo la batuta de los generales napoleónicos.

Donde la toma fue pacífica o hubo pocas escaramuzas, los pueblos crecieron en las bellas artes, la cultura, las costumbres importadas de Francia y en el mantenimiento de las propias que no chocaran con el carácter galo.

Por congraciarse con la población llegan a hacer sorteos para pagar la dote de los matrimonios, celebrando fiestas en las plazas, como las que ocurrió en mi pueblo, Medina Sidonia, con la doncella Josefa Sidón Benítez, elegida entre tres candidatas. Recibió ocho mil reales, en conmemoración del cumpleaños del Emperador. Cuando se casó con el joven Lucas Trejo, el Mariscal Duque de Bellune, pagó la ceremonia y las fiestas posteriores.

El pueblo de Medina se olvidó de Fernando VII, aunque la proximidad de Cádiz iba haciendo cambiar su opinión y aun notando los avances con los franceses, tenían la vista puesta en lo que pasaba a sólo veinte kilómetros, en la Isla.

Pero no sólo se congraciaban con los vecinos. Los franceses ordenaron cuestiones para la salud pública, el decoro y las buenas costumbres.

Del 'agua va', que era normal en las calles de los pueblos, donde había una canaleta central para verter aguas fecales, se pasó al retrete. Un afrancesado que se preciara debía tener un retrete en su casa. Todavía existen en Jerez y algunos pueblos tan afrancesados como Arcos de la Frontera, retretes de la época.

Pero si en toda la península, los franceses eran los dueños, la Isla de León y Cádiz eran un hervidero de soldados, marineros, comerciantes, diplomáticos, vividores, prostitutas, curas y frailes, tullidos, artistas y literatos.

Gente de todas las clases sociales se cruzaba por las estrechas calles de Cádiz, convertida no en la capital de España, sino en lo que quedaba de la España borbónica o en la de la Regencia por ausencia del Rey.

El 24 de septiembre de 1810, el Consejo de Regencia celebra la solemne sesión de apertura de las Cortes, primero con una Misa Tedeum en la parroquia y luego trasladándose al Teatro Cómico, que se convertiría en las Cortes.

Allí, y durante seis meses, los diputados titulares y suplentes, (57 titulares y 47 suplentes) comienzan las deliberaciones que luego, en febrero de 1811 pasan a Cádiz, al Oratorio de San Felipe Neri, donde siguieron los debates y se proclamó la Constitución.

Aquellos diputados, venidos de diversas regiones de España e incluso de las Américas escribirían la frase más contundente de la Constitución.

"La soberanía reside en la Nación y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho a establecer sus leyes fundamentales."

Era la confirmación de la abolición del absolutismo.

He buscado referencias a personajes de Adra en aquel Cádiz de las Cortes y no los he encontrado.

Teniendo en cuenta que en aquellas fechas Granada aún formaba una sola jurisdicción, heredera del Reino de Granada, las referencias a Almería forman parte de esa demarcación y así aparecen Granada, Guadix y Almería.

Entre los diputados doceañistas, figura Antonio Alcayna Guirado, un almeriense nacido en Villa de María, pero que fue cura en Vícar y luego en Cuevas. Obtuvo su acta de diputado por Baza y juró su cargo el 15 de enero de 1811 y provocó que se creara la Junta Provincial de Granada.

Antonio Porcel Ruiz, aunque nació en Mairena (Granada) y fue elegido diputado por esa ciudad, no pudo jurar su cargo hasta 1812, ya que estaba refugiado en Las Alpujarras.

El otro diputado granadino fue José Mariano Vallejo. Nacido en las Albuñuelas. Hizo las tarifas para fijar la equivalencia entre las monedas francesas y las españolas.

Pero volvamos a Cádiz.

Seis diarios con noticias políticas y de sociedad se editaron entre 1810 y 1812. El que más destacó fue El Conciso, que ofrecía diariamente información sobre las sesiones de las Cortes, siendo una fuente documental esencial para conocer lo que ocurría en las calles de Cádiz. Posiblemente de ahí surgió el argumento para buena parte de las obras de Pérez Galdós, y de ahí nacieron sainetes, comedias y zarzuelas. En Cádiz hubo hasta cuatro teatros o casas de comedias, además de saraos, multitud de tabernas y casas de citas.

Antes he hecho referencia al número de diputados suplentes. Eran casi la mitad de los presentes y se designaron para que las provincias penisulares o americanas tuvieran su representación. La mayoría de estos diputados fueron curas secularizados, porque era más ventajoso ser diputado que cura y también, la mayoría no conocían los territorios que debían representar.

Pero entre todos lograron un texto en el que se reconocía a Fernando VII como rey constitucional, que debería jurar la Constitución junto a su familia.

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Las Cortes de Cádiz, antes de aprobar la Constitución fueron dictando normas para el gobierno de lo que quedaba de Nación referente a todos los campos, y entre ellos, dada la escasez de recursos que podían proceder de impuestos, se creó la nueva Lotería Nacional, celebrándose el primer sorteo en una casa de la Plaza de San Antonio, el 4 de marzo de 1812.

Quince días después, en el exterior de la Iglesia del Oratorio de San Felipe, fue leído el texto de la Constitución ante el clero, los diputados y el pueblo. Tras su proclamación, se lanzó el famoso grito de !Viva la Pepa!, entre vítores.

La caída en desgracia de Napoleón, después del fracaso de su intento de invasión de Rusia, aceleró la retirada de las tropas francesas. España dejó de ser objetivo preferente, porque la coalición europea (Inglaterra, Austria, Dinamarca, Suecia, Alemania) iba a forzar la rendición y la restitución de la monarquía francesa. Con ello, Fernando VII podía volver de su encierro en Francia y ser recibido como El Deseado.

Después de establecerse en Madrid, Fernando VII, tras firmar la paz primero con Francia y luego con la coalición, se dedicó a reestructurar su gobierno hasta que el 14 de mayo de 1814, abolía la Constitución de Cádiz y se erigía como Rey absoluto.

Pero el daño ya estaba hecho. España entraba en un siglo XIX lleno de convulsiones internas y de libertad para las provincias y colonias de América y Asia.

En 1808 se crea la Junta de México, en 1809, las de Bolivia y Ecuador; en 1810, las de Venezuela, Colombia y Chile; en 1811, las de Uruguay, Paraguay y El Salvador y así, con conflictos internos, se van desgajando de España.

Fernando VII crea regimientos de voluntarios para luchar contra los independentistas y en el listado aparecen soldados de La Alpujarra, Almería, Guadix y Granada y crea el Regimiento de la Costa de Granada formado por 544 hombres y 434 caballos, con uso de timbales, estandarte y un vistoso uniforme de casaca y capa azul, chupa y calzón anteado, vuelta, cuello y solapa amarillos y botones blancos.

Y volvemos a Cádiz, como despedida.

En las escaramuzas de las tropas francesas y las constitucionales, los españoles aprovecharon bien el conocimiento del terreno, lleno de ciénagas y fango de los esteros, canales donde se cierran las compuertas y llenos de agua de mar se dejan secar produciendo la sal. En estos esteros cubiertos por ramas, entraban los franceses y no podían salir, muriendo ahogados muchos de ellos, como ocurrió en la llamada Batalla de Chiclana.

Entre las curiosidades del sitio de Cadíz y de la Proclamación de la Constitución, está la manera en que el texto constitucional salió de un sitio cercado por el enemigo.

En una cajita redonda, utilizada para guardar los polvos de los coloretes de las damas, salía como si fuera galletas de papel, toda la constitución escrita. Así comenzó a propagarse por los pueblos cercanos y desde éstos a toda España.

La guerra de la Independencia de España fue, como en otras tantas ocasiones, lugar de ensayo de otras muchas guerras.

Si las tropas de Napoleón hubieran entrado en Cádiz en 1811, América sería francesa y yo ahora les diría a todos ustedes…

¡Mercí, mercí!

1 comentario:

ANTNIO GOMEZ GARCIA dijo...

AMIGO PACO SOY EL EX FOTOGRAFO MARCO ANTONIO ANTONIO GOMEZ GARCIA GRACIAS A INTERNET CREO HABERTE LOCALIZADO MI CORREO ELECTRICO ES VINILOMUS@HOTMAIL.COM SI TU TIEMPO TE LO PERMITE PONTE EN CONTACTO COMIGO